Una imagen no vale más que mil palabras, de esas escogidas con mimo, ordenadas con precisión quirúrgica, no vale más que esas mil palabras capaces de emocionar.
El privilegio de emocionar es de uso exclusivo, es arte. Escogí el camino del arte, el de atrapar un instante en un rectángulo conmovedor. Ver, mirar y volver a mirar.